viernes, 3 de mayo de 2013

Señor Rajoy, ¿nadie le ha explicado lo que ocurre?


Cuando un partido político se presenta a unas elecciones, aquellos que acudimos a votar deberíamos confiar en que los mensajes, las recetas, la palabra dada, va a ser el compromiso que los votantes entenderemos como  el guión que va a seguir el que ha sido elegido en caso de obtener el poder.

Todo aquello por lo que tomamos la decisión de votar a este
u otro candidato, va ser el compromiso de los ganadores para con los ciudadanos y muy especialmente con aquellos que los hayan apoyado. Y el que haya ganado no puede poner en marcha ninguna otra receta ni ninguna otra decisión que convierta en papel mojado los compromisos adquiridos.

Por suerte, actualmente las hemerotecas y registros online, permiten recordarnos todos esos compromisos vociferados con vehemencia por aquellos candidatos que perseguían el voto con el fin de ganar las elecciones.

Imaginemos (y es mucho imaginar) que todos los que acompañaban al candidato no supieran nada de nada de la situación real del país o de las condiciones en las que recibían el “testigo” de su gobernabilidad.  Si los anteriores les engañaron… a denunciar. A pedir responsabilidades y a sacarles los colores ante la opinión pública. Sin improperios gratuitos ni suposiciones sin pruebas. Si no se exigen responsabilidades públicas es que se trata de una cortina de humo mas, entre otras tantas a los que ya nos está acostumbrando.

Tenemos claro que la alternancia en el gobierno, es un ejercicio democrático cuya base es una mezcla de convicciones y de realidades. No sirve batiburrillearlo con medias verdades y con mensajes con propósitos oscuros que sirvan de distracción.

Y si la situación es tan grave, y si los remedios son agresivos, se ha de estar dando la cara a cada instante para que los electores lo entiendan. Y no personajillos de medio pelo cuyo cometido desconocíamos antes de las elecciones, sino que el líder ha de dar la cara: Aquel que vociferaba y que ha alcanzado el poder ha de dar explicaciones y justificar su decisión, sin argumentar frases hechas como “el gobierno sabe lo que se hace”. Pero qué se ha creído usted.

Podemos o no estar de acuerdo con su forma de pensar y sus recetas. Podemos compartir o no, o estar cerca o muy (pero que muy) alejados de sus intenciones políticas, pero es que nos miente y esto es intolerable.

Y además, se lanza usted a pedir actos de fe, paciencia y apoyos incondicionales cuando uno de cada cuatro ciudadanos menores de 67 años (imagínese usted con 67 años) no tan solo está en paro, sino que por ganas que tenga de hacerlo seguramente no encontrará trabajo. 

Y los que no tienen dinero para seguir adelante ni pueden hacer nada para conseguirlo son su responsabilidad según la Constitución que usted defiende.

¿No se da usted cuenta que ya estamos hartos?

Los mensajes motivadores vacíos, sus silencios y todo lo que su equipo lanza para desviar la atención y no dejar ver la realidad, son agresiones a la inteligencia de la que los ciudadanos ya estamos cansados.

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