miércoles, 20 de marzo de 2013

Los indicadores dicen que tenemos crisis para rato.


La poca vergüenza de algunos bancos ya llega a unos límites indecentes, cuando se atreven a anunciar sus bondades en un spot publicitario, en el que cuentan que van a dar crédito, que invitan a que sueñen con un coche nuevo, que aspiren a una nueva vivienda, que se atrevan con nuevos caprichos,… y que no duden que son un banco estupendo y saneado con fondos públicos, por lo tanto disponen de una solvencia incuestionable, porque nuestro gobierno no permitirá su bancarrota.

Mientras, en la calle una ingente cantidad de personas vulnerables, que ya habían depositado su confianza en ellos y en la gestión de sus ahorros, se han visto condenados a la miseria con la compra de productos financieros engañosos y denominados de forma morbosa “preferentes”, que nunca podrán recuperar.

¿¡Cómo caramba se atreven!?

Es exactamente lo mismo que nuestro Gobierno, instalado en el “orgullo nacional” se cree sus propias consignas aunque la realidad les dé indicadores que “gritan” unos resultados distintos y por tanto unas consecuencias peores.

Vamos mal.

En España nunca se ha entendido de qué va esto de la Unión Europea. Mientras tres o cuatro países de Europa han “regalado mucho dinero” durante años, a muchos países del sur del continente para que se pusieran al día en infraestructuras y condiciones sociales que permitieran acercar las condiciones de los europeos del norte con los europeos del sur, en países como el nuestro hemos seguido creyéndonos que convertir un AVE en un tren de cercanías era lo que tocaba. O construir aeropuertos donde no hacen falta, o invertir en piscinas olímpicas y auditorios en pueblos de 2.000 habitantes, o generar el falso espejismo de creación de empleo insuflando funcionarios en el Sistema, en lugar de incentivar la iniciativa privada.

Claro. Ahora que los que ponían el dinero se han cansado y han dejado que caiga todo, en los países que se han acostumbrado a que entrara el dinero y gastarlo sin contemplaciones, todo se está yendo a ese abismo al que no le vemos el fondo.

Los países “ponedores”, saben que se les hunde el invento del “euro” si mantienen el en “Sistema” a países tóxicos. Y si quieren mantener esos países que hace muchos años hacen mal sus deberes (no ha importado el color del partido), les dicen que les van a dejar dinero, pero que lo tienen que devolver y que no se fían de su palabra. Solo se fían de sus recetas para convertir un país insolvente en uno de solvente... (perdonen ustedes que me aparezca cierto “rictus” de incredulidad en mi cara). Y ahí estamos.

España sigue diciendo que no necesita dinero porque así no estará en manos de sus recetas financieras, pero los “ponedores” no van a permitir que la toxicidad de un país en bancarrota les acabe hundiendo el Sistema Euro.

Mientras, nuestro Gobierno tiene en marcha el ventilador para esparcir las culpas por todas partes, en cuanto desde Madrid siguen provocando un agujero inmenso (3/4 partes del total, para ser mas precisos) en el que lejos de ser conscientes de que necesitan la ayuda de todos, siguen actuando de forma jacobina y soberbia, con todos los territorios que no piensan como ellos.

Como no lo entiendan, vamos directos a algo que no va a acabar bien.

martes, 5 de marzo de 2013

El miedo al ejercicio democrático


Nunca nos podremos ni tan solo plantear que vamos a hacer algo mas de lo que en realidad podemos. Nuestros límites existen, pero debemos ser rigurosos con el análisis de lo que somos capaces de hacer.

Esto me recuerda la historia del domador de pulgas. Realmente consistía en dejarlas saltar hasta donde pudieran. El siguiente paso consistía en ponerles un obstáculo en la altura, y que se dieran un trompazo. Cuando en dos o tres intentonas, su salto provocaba un nuevo golpe, dejaban de saltar mas arriba y sólo lo hacían hasta el obstáculo. 

En realidad el domador tan solo les ponía límites. No alentaba el salto.

Estamos inmersos en una sociedad que nos pone límites, que gestiona legalidades en función de sus verdades indiscutibles y que impide desarrollar las capacidades de la gente.

Es triste darse cuenta de este asunto, a base de golpearte insistentemente contra el límite que impone el “domador” o el “garante” de legalidades discutibles, si se plantean en este momento del tiempo y no si se entienden como aquellas verdades que se forjaron en virtud de un acuerdo territorial, una guerra perdida/ganada o unos “derechos” dudosos.

En realidad se trata de la subyugación de las voluntades de la mayoría de los ciudadanos, para que según quien, siga teniendo unos “derechos” que ya nadie comprende ni reconoce.

Ha llegado el momento de poner la situación en manos de la democracia. De la voluntad de la mayoría. Y eso no quiere decir en favor de nadie que quiera imponer nada, sino de la capacidad que tengan unos y otros de convencer y no de imponer un criterio. Y que se sometan al resultado.

En uno de los lados de la mesa, hay quien niega, maltrata y subyuga, en lugar de demostrar que la situación es mejor con sus condiciones, que los ciudadanos están mas arropados con ellos, o que  son respetuosos con la voluntad de la mayoría.

Es hora de que se pongan a prueba los mecanismos democráticos, y estos no consisten en encontrar excusas para que la gente no los practique, sino en facilitar su ejercicio.