sábado, 3 de agosto de 2013

El síndrome del “pequeño dictador”

Este es un síndrome absolutamente habitual en nuestra sociedad. Su descripción es sencilla: "dícese de aquella persona que por ostentar un emblema o símbolo que lo identifica como alguien con autoridad, ordena y decide qué, quién, cómo, dónde y cuándo se deben mover las personas que dependen de su entorno inmediato".

No se ha de confundir nunca, que aquellos que ejercen su efímera autoridad en ese momento, lo pueden hacer con la educación y el sentido común necesarios para que aquello que depende de él, acabe ocurriendo de forma natural y sensata, para que aquello que él protege, funcione como es debido. 

Lo malo es cuando esto se pervierte, y se creen con la autoridad necesaria para prohibir, ordenar e impedir,… justo en ese momento, se convierte en “pequeño dictador”.

Vamos a poner varios ejemplos. 

Un señor con una porra, intercomunicador, y un llavero cargado de llaves, luciendo un uniforme vigilando la cola de un supermercado. Puede tratar a la gente con educación o como un delincuente. El primero bien, el segundo mal. Y si no que se lo expliquen a un señor de 80 años, que para no equivocarse de producto, recortó una etiqueta del que se le había gastado, se la puso en el bolsillo y cuando acudió a pagar a la caja con el nuevo producto, al salir le pitó el arco de seguridad por culpa del trocito de cartón del bolsillo… lo que ocurrió a partir de ese momento fue demencial.

O un señor con bata de encargado, que decidió que no le vendía un producto a un comprador dispuesto a pagar, porque no era cliente habitual. Y su respuesta fue que allí mandaba él y punto.

O un personaje con uniforme de “Protección Civil”, que vigilaba que el público no invadiera la calzada, que increpaba sin pudor a unas señoras con dificultades de movilidad que pretendían cruzar la calle cuando no había ningún peligro. Ese señor, tenía que ayudarlas a cruzar y no a ser grosero.

También podríamos hablar de los vigilantes de discoteca, pero estos siguen consignas con grandes dosis de subjetividad, como la de “si no te gusta que no entre”. “Si lleva deportivas que no entre”. “Si no va vestido de tal o cual forma, que no entre”…

Estos son algunos ejemplos de lo que es un “pequeño dictador”, y es evidente que en nuestro día a día, nos cruzamos con frecuencia con personajes como estos, que mas valdría que aprendieran a tratar a la gente y a hacer bien su trabajo, y no se sintieran capacitados para una labor represora que no les corresponde.

Lo malo de todo esto es si consiguen puestos de responsabilidad, porque acaban siendo de lo mas tóxico.

Son personajes peligrosos que al menos a mí, no me merecen ningún respeto.

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