Es
como escuchar u oír. Hace mucho tiempo que se intenta confundir su significado
y hasta cierto punto nos lo hemos creído hasta que hemos descubierto, que la
diferencia entre lo que hemos pagado y su precio real es la puñetera burbuja.
Claro
que depende de quién lo interprete. Si es quien ha hecho negocio vendiendo mas
caro que su precio real, porque ha convencido al comprador que su valor era mas
alto, este diferencial se ha convertido en ganancias.
Lo
malo, es que cuando la rueda se pone en marcha, aquel que vende y recoge
dinero, intenta hacerlo de nuevo comprando por encima del precio real, para
volverlo a vender con un diferencial mayor.
Si
a esto le sumamos el crédito injustificadamente fácil, que incentivaba estas
transacciones, estamos haciendo un globo tan grande, que cuando ha explotado,
nos ha salpicado a todos. A los que comprábamos, a los que vendíamos, a los que
dejaban el dinero sin pensarlo,… la cuestión era darle inercia a la rueda,
hasta que ha dejado de moverse.
Y
ahora qué.
Ahora
nadie es culpable, y nos ha quedado una cara de despilfarradores convulsivos,
por acabarnos creyendo que todo el monte era orégano.
Ahora
toca arreglarlo. Lo malo es que quienes dictan las reglas del juego son quienes
nos reprochan con cierta sonrisita debajo de la nariz, que en este país se haya
trabajado al día, sin pensar en épocas de vacas flacas. Y lo peor es que tienen
razón.
Y
para resolverlo ¿cómo lo vamos a hacer?. Primero castigan al país con remedios
que nos pueden hacer retroceder el reloj de nuestro falso bienestar varias
décadas, para hacernos ver que no estamos donde creemos que estamos.
Me da miedo lo que viene a continuación, el "después
ya veremos".